Tener una cardiopatía congénita y hacerse mayor: el nuevo reto es prolongar la calidad de vida

Internacionales Opinión

A pesar de los desafíos que supone vivir con una cardiopatía congénita, y la necesidad de seguimiento continuo, ya hay pacientes que alcanzan la madurez con una vida lo más plena y autónoma posible

Beatriz López tiene 45 años, es enfermera, y desde que nació le acompaña la tetralogía de Fallot, una cardiopatía congénita según la cual el corazón no es capaz de oxigenar adecuadamente, lo que hace imposible llevar una vida normal sin que medie la intervención médica. En su caso, pasó por el quirófano hasta tres veces: la primera, al poco tiempo de nacer; la segunda, a los dos años de vida; y la tercera, a los seis. Esto supuso que las visitas al hospital fueran una constante en su vida. A veces eran solo chequeos, pero en muchas ocasiones se convertían en largas estancias. Sin embargo, no lo recuerda como algo traumático. “Casi nunca me he sentido una persona enferma. Me encantaba ir al colegio y, cuando mi madre intentaba convencerme de quedarme en casa por estar resfriada o haber pasado la noche tosiendo, me enfadaba”, cuenta. Su adolescencia fue bien, y pese a que uno de sus mayores complejos entonces fueron las cicatrices, dice que pronto aprendió a verlas como un símbolo de su fortaleza. “Siempre he sido consciente de mi cardiopatía y de mis limitaciones, pero nunca me han impedido llevar una vida normal. Me muevo a mi ritmo, que es más lento que el de los demás, pero simplemente salgo antes de casa para llegar siempre a tiempo”.

Ese es el objetivo que la medicina busca, según explica el doctor Fernando Sarnago, corresponsable de la Unidad de Cardiopatías Congénitas del Adulto del Hospital 12 de Octubre de Madrid: no solo aumentar la supervivencia, sino también ofrecer a los pacientes una vida lo más normal posible. En España, más de 4.000 bebés nacen cada año con una cardiopatía congénita. El 90% llega a la adultez, lo que supone que al menos 120.000 adultos españoles conviven con una de esas alteraciones estructurales del corazón. Esto ha sido posible gracias al avance de la tecnología, que además ha logrado simplificar muchas intervenciones. “Cardiopatías que antes exigían una cirugía abierta, y una intervención muy prolongada, ahora pueden hacerse de forma menos invasiva, menos agresiva y con recuperaciones mucho más rápidas”, explica este médico.

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